
Miras, Abel,
sin ojos en la tierra.
Tu mirada viene de lo que no abandona la belleza”.
Carilda Oliver Labra
Abel Santamaría Cuadrado es un ejemplo para los jóvenes revolucionarios de todos los tiempos. Su decisivo papel en el asalto a los cuarteles Carlos Manuel de Céspedes y Moncada, su resistencia heroica ante las torturas, evidenciando su dignidad y valentía; lo inmortalizaron ante los ojos de nuestra Patria. Cercano a un nuevo aniversario de los sucesos del 26 de julio, deviene lectura obligatoria su conversación con Fidel, donde se demuestra la confianza que ambos se profesaban:
Fidel: “Tú tienes que ir al hospital civil, Abel, porque yo te lo ordeno; vas tú porque yo soy el jefe y tengo que ir al frente de los hombres, tú eres el segundo, yo posiblemente no voy a regresar con vida”.
Abel: “No vamos a hacer como hizo Martí, ir tú al lugar más peligroso e inmolarte cuando más falta haces a todos”.
Fidel: “Yo voy al cuartel y tú vas al hospital, porque tú eres el alma de este movimiento y si yo muero tú me reemplazarás”.
Antes de comenzar el asalto; Abel se dirigió a sus compañeros: “Es necesario que todos vayamos con fe en el triunfo, pero si el destino nos es adverso, estamos obligados a ser valientes en la derrota porque lo que pase en el Moncada se sabrá algún día, la historia lo registrará y nuestra disposición de morir por la Patria será imitada por todos los jóvenes de Cuba, nuestro ejemplo merece el sacrificio y mitiga el dolor que podemos causarle a nuestros padres y demás seres queridos. ¡Morir por la Patria es vivir!”
Abel fue hecho prisionero y brutalmente torturado, le sacaron un ojo y, sin embargo, no delató a ninguno de sus compañeros. Se mantuvo firme, decoroso como lo fue siempre en su corta vida. El joven Abel murió físicamente sin haber cumplido los 26 años; pero su legado ha trascendido, es querido y recordado por su pueblo.
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